Por Maibort Petit
El avance del neototalitarismo por Latinoamérica con Venezuela como eje impulsor y que desde la izquierda se promueve —entre otras herramientas— a través de narrativas —discursos y pensamiento— dirigidos a la deconstrucción de la cultura occidental y la democracia para imponer una visión única, encuentra en los medios de comunicación y en las redes sociales el escenario perfecto para salir adelante en la consecución de tal objetivo de expansión.
Lo cierto es que buena parte de estas narrativas se sustentan en la mentira, ocultamiento y manipulación de la realidad para imponer, por lo que es necesario hacerles frente y, para ello, el camino está en la educación de la ciudadanía, de manera que obtenga las herramientas que les permitan el análisis de las mismas, para así discernir y tomar decisiones adoptadas de su conocimiento de la verdad.Tal es la propuesta de Willie Lora, periodista de origen dominicano, con amplia trayectoria en los Estados Unidos, donde especialmente se le conoce la carrera que desarrolló en el canal CNN en Español, donde llegó a ser director de noticias. Su haber periodístico acumula una gran experiencia en la planificación y producción de eventos y cobertura noticiosa. También trabajó para CBS Telenoticias, Reuters International Television, WSVN Channel 7 Fox en Miami y Channel 7 Cibao en Santiago, República Dominicana. Es el presidente y fundador de Lora Media Consulting LLC, empresa ante la cual se encuentra al frente en la actualidad.
Para Lora es imprescindible la inversión en educación ciudadana en materia de análisis de las narrativas que recibe desde distintas plataformas, especialmente las del área comunicacional en manos de los medios de comunicación y las redes sociales, estas últimas con un gran alcance y protagonismo nunca antes visto. Por tanto la formación que debe darse al ciudadano, no debe circunscribirse a lo político ni al área de conocimiento del que se quiera impartir, sino también respecto al comportamiento y funcionamiento de los medios de comunicación y las redes sociales.Estima Lora, que los foros públicos, nacionales e internacionales, son un buen escenario para discutir estos temas y para darle a la ciudadanía herramientas para que puedan identificar y distinguir lo que es una narrativa mediática creada en contraste con una historia importante y verificada.
Las narrativas, advierte Willie Lora, influencian a los individuos en la toma de decisiones, tanto sobre su vida personal como política. Por ello es imprescindible evitar que estas decisiones sean el producto emanado de una información falsa o distorsionada. Sólo un ciudadano bien formado e informado, podrá hacer frente al bombardeo de conceptos y discursos de que se valen los medios y las redes sociales para cambiar o imponer una ideología, la neototalitaria con que el socialismo pretende uniformar el pensamiento de la sociedad. Advierte que este proceso de formación y educación debe abarcar a los propios medios y redes sociales, a objeto de “crear conciencia de la responsabilidad que tenemos con la sociedad con miras a que la población pueda estar mejor informada y tomar mejores decisiones. Si aplicamos esto, podremos tener medios más responsables, ciudadanía más y mejor informada y fortaleceremos la democracia de los países”.Cambiar pensamientos
Para Willie Lora es fundamental establecer cómo se produce la imposición de las narrativas y de qué manera los medios de comunicación y las redes sociales impactan a la sociedad con ellas.
Explica que una narrativa se crea con el firme objetivo de cambiar pensamientos, ideologías, para tener un impacto a nivel empresarial, pero básicamente —dado el asunto que nos ocupa— en lo político. Y es que es en esta última área donde el efecto de las narrativas ha sido más dramático, pues su efecto es más marcado.
Una narrativa bien estructurada, acompañada de una buena estrategia de comunicación puede tener efectos inimaginables. Como ejemplo de ello, Lora se remite al caso del expresidente Donald Trump en Estados Unidos, donde una de estas narrativas sirvió para socavar su imagen y gestión.
Se refiere al caso de la llamada colusión rusa, cuya narrativa exponía que Donald Trump se habría vinculado con los rusos para ganar las elecciones en 2016. Una investigación determinó que había evidencia de que haya existido tal conspiración criminal.
Al respecto, Lora refiere que lo que sí logró probarse fue que Hillary Clinton habría aprobado el plan y explica que la oficina de campaña de esta, habría contratado una firma de abogados en Washington para que redactara el informe. En ello habría igualmente participado un ex agente de la inteligencia británico. Este informe se filtró deliberadamente a la prensa, a ciertos congresistas, al FBI y al Departamento de Justicia con el objetivo de descarrilar la candidatura presidencial de Donald Trump y así impedir que llegara al poder. La estrategia consistió en filtrar el informe solamente a algunos medios influyentes los cuales, en principio, no se atrevían a darlo a conocer al no estar corroborado su contenido. Es entonces cuando un medio en internet lo divulga y, partir de allí, es replicado por el resto.Tal hecho trajo como consecuencia una investigación millonaria que se extendió por varios años y que concluyó en que no había existido la llamada colusión rusa. Sin embargo, el objetivo se había cumplido: crear división y la parcialización en el país, manteniéndose hasta la fecha. Entonces una narrativa supuestamente urdida desde la campaña de Hillary Clinton, con colaboraron del Partido Demócrata, así como de agencias del gobierno, contribuyeron a impulsar una narrativa que el fiscal independiente designado para investigarla concluyó que era falsa, pero que derivó en la polarización de la sociedad estadunidense.
Lo ocurrido, considera Lora, es causa de la posición confrontacional del expresidente Trump con los medios de comunicación, producto de la única colusión que realmente existió y que se dio entre los medios de comunicación, el Partido Demócrata y las agencias de gobierno para, a través de esta narrativa falsa, arremeter contra el mandatario. “Yo creo que ese es un caso que va a pasar a la historia, bien estudiado, de cómo se utilizaron recursos millonarios y se filtró información a los medios y agencias para poder descarrilar una presidencia en Estados Unidos. Eso va a ser un caso de estudio”.
El caso del juez Kavanaugh
Willie Lora cita otro caso ilustrativo del uso de narrativas falsas para desacreditar a una figura pública con objetivos políticos.
Tal sería Brett Kavanaugh, juez de la Suprema Corte de Estados Unidos, quien fue nominado por Donald Trump a integrar esa máxima instancia judicial luego del retiro del juez asociado Anthony Kennedy.
Pues bien, a objeto de torpedear la nominación surgió una narrativa según la cual Kavanaugh, en 1980, habría intentado violar a una mujer, lo cual fue negado por el entonces candidato a magistrado. Luego, otras mujeres dijeron que el juez mantuvo con ellas una conducta sexual inapropiada, acusación también negada por quien denunció una conspiración de izquierdas para difamar su nombre. Brett Kavanaugh aseguró que las acusaciones tenían un móvil político y aseguró ser víctima de los medios de comunicación de izquierda "en nombre de los Clinton".
Al respecto, Willie Lora recuerda que cuando esto sucedió, los testigos de la parte acusadora no pudieron comprobar tales hechos, pero la narrativa se había creado y en ese momento político en el cual los medios de comunicación seguían enfocados en tratar de sacar a Donald Trump de la presidencia, se encargaron de darle gran resonancia.“Todas estas narrativas y todos estos intentos, tuvieron mucho que ver con la polarización que se vive hoy en día, donde la mitad de un país o más, no cree en las instituciones, que no creen en los medios de comunicación porque se han hecho eco de narrativas políticas que son falsas”, expresa Lora.
76 millones de “terroristas domésticos”
Willie Lora echa mano d e otro caso ilustrativo del uso de las narrativas con fines políticos a partir de la manipulación y hace mención a la que apunta a desmeritar a los simpatizantes de Donald Trump.
Se trata, según el periodista, de una narrativa que tenido mucho espacio en los medios hasta la fecha, la cual tilda a los 76 millones de votantes del expresidente Trump como terroristas domésticos. “Es una narrativa que escuchamos en diferentes medios de comunicación que hablan, no solamente de las personas que hicieron la incursión violenta en el Capitolio, sino que tilda de terroristas domésticos a 76 millones de personas”.
Recuerda que los involucrados en estos hechos enfrentan el proceso judicial, pero se ha pretendido extender el descrédito a toda la masa de votantes de la candidatura de Donald Trump. “Querer tildar a 76 millones de personas como terroristas domésticos creo que es una vergüenza nacional y que los medios se hayan hecho eco de ese tipo de narrativas es muy peligroso”.
Otros ejemplos
No escapa al análisis de Lora, la propia narrativa del actual presidente estadunidense, Joe Biden, quien, a pesar de haber hablado de unidad en su primer discurso como mandatario, ha mantenido en su gestión una política que contradice tal intención.
Refiere desde la Casa Blanca se promueven estas narrativas que solamente profundizan la división y polarización estadunidense.
No escapa de su atención el tema del racismo y la narrativa dirigida a desacreditar a la policía de Estados Unidos de los medios de comunicación y las redes sociales, los cuales amplifican hechos puntuales como aquellos en los negros u integrantes de otras minorías, han sido objeto de agresión por parte de estos cuerpos de seguridad.
Pareciera una narrativa dirigida a “hacerle pensar a la población que la policía sale todos los días a buscar minorías, a afroamericanos, a latinos, para matarlos, lo cual no es cierto, pero los titulares de los periódicos principales o de los medios de comunicación principales en el país”, eso es lo que difunden.
El periodista muestra su desacuerdo con la narrativa del presidente Biden, quien dijo que Estados Unidos es un país que es endémicamente racista y contrasta tal afirmación con el hecho de que EE. UU. haya tenido un presidente negro por ocho años, al igual que afroamericanos han ocupado altas posiciones gubernamentales.
Hace mención a la crisis migratoria, una narrativa que fue silenciada durante la actual administración de gobierno estadunidense a diferencia de la amplificación y resonancia que se le dio en el gobierno de Donald Trump. “Ya dejamos de escuchar que existe una crisis humanitaria en la frontera, aunque la crisis no solamente existe, sino que está peor. Pero qué pasa, que los medios han dejado de reportarlo, porque no le va muy bien la óptica de que ha fracasado la política migratoria del presidente Biden si se sigue reportando”.Responsablemente tenemos que hacer las preguntas pertinentes, tener pensamiento crítico, poder cuestionar al gobierno y a los políticos cuando están poniendo narrativas que muchos de nosotros sabemos que no ayudan para nada, ni tienen un efectivo positivo, al contrario, tienen un efecto muy negativo, tienen un efecto muy polarizador en el país y lo estamos viviendo cada día.
Moldear la opinión
Por tanto, queda establecido que el fin de estas narrativas es moldear la opinión pública, la opinión colectiva.
Las narrativas están especialmente dirigidas por parte de los protagonistas políticos y gubernamentales, a las masas que, por lo general, no están informadas y sin las herramientas necesarias para cuestionar con argumentos este tipo de discursos.
Refiere Willie lora que, al momento de diseñarse estas narrativas, lo primero que hacen los actores políticos responsables de las mismas, es identificar medios principales, redes sociales, amigos de la causa o partidos políticos, para hacer la distribución de las mismas.
Narra desde su experiencia en los medios de comunicación, que las agencias de inteligencia de los EE. UU. utilizan los grandes medios del país, como el New York times, el Washington Post, NBC, CBS, para imponer narrativas de su interés.
Es importante entender el impacto que puede tener una narrativa organizada, planificada difundida por los medios de comunicación redes sociales, pues con ello se influencian las audiencias y se le lleva a actuar de determinada manera o a tomar decisiones atendiendo el contenido de las mismas.
Subraya que las redes sociales tienen un impacto inmediato que no tienen los medios tradicionales. Esta característica permite utilizarlas para la divulgación de narrativas falsas o medianamente ciertas, dado que, por lo general no hay supervisión editorial sobre ellas.
Haciendo la salvedad de que no se refiere al usuario común de las redes sociales, sino otro tipo de actores que buscan implantar determinada tendencia, comportamiento o decisión política.
El poder que han alcanzado las redes sociales es tal, refiere Lora, que han llegado al extremo de censurar a actores y contenidos que se oponen a sus intereses.
Un ejemplo de ello es la censura aplicada sobre contenidos que hagan referencia al caso en el que el hijo del actual presidente estadounidense, a saber, Hunter Biden, está involucrado y que adquirió resonancia por una serie de supuestas conductas irregulares de este.
El papel de los medios
Hace referencia al papel de los medios de comunicación en la difusión de narrativas que atiendan a sus propios intereses y no los de la sociedad en las que están circunscritos.
Es el caso venezolano, donde los medios brindaron apoyo y le sirvieron de plataforma a Hugo Chávez para llegara a al poder por vía de los votos, luego de que fallara su estrategia de alcanzarlo por la fuerza.
En este sentido, los medios de comunicación promovieron su candidatura, censuraron a sus adversarios e impusieron una narrativa que moldeó y motivó el voto en favor del militar golpista. Creyeron que podían mantenerlo bajo su control, lo cual no ocurrió, y tal respaldo devino en 22 años de neototalitarismo en Venezuela.
Willie Lora recuerda la visita de Chávez a estados Unidos recién electo presidente, cuando mantenía un discurso amigable que en muy poco tiempo viró a la conducta agresiva y totalitaria que caracterizó su gestión y la de su sucesor. “Los medios pensaron que lo iban a controlar y él, obviamente, les vendió la idea de que no se iba a meter con ellos, que les iban a tener no solamente libertad, sino que iba a apoyar con dinero a estos canales en temas de lo que ponían en inversión por parte de la cartera del gobierno, o sea, todo eso se habló y lo vieron y lo apoyaron como una mejor opción y obviamente les fallaron los cálculos porque hemos visto a donde han llegado”.
Advierte que lo ocurrido en Venezuela parece haber sido el ensayo que ahora se aplica por parte de la izquierda para expandirse, algo que no solamente está ocurriendo en Latinoamérica sino también e España, los medios trabajan en función de mantener al gobierno de Pedro Sánchez y su alianza socialista.
Del mismo modo, observa como preocupante la conducta de los medios de comunicación en Brasil donde se han dedicado a la satanización de Jair Bolsonaro.
El etiquetar la gestión de los gobiernos democráticos como de ultraderecha o nazi o fascista, forma parte del discurso que desde los medios de comunicación y las redes sociales se promueve.
Por ello reitera lo fundamental de la educación de la población, de modo que entienda estas categorías de las cuales, la mayoría d las veces, desconoce su significado.
“Es un discurso populista que se utilizó en Venezuela, se está utilizando en España, se está utilizando mucho en Brasil donde todo es ultraderecha, el nazi, todo es horrible, son discursos vacíos que no tienen argumento pero que tienen impacto social, ¿por qué? Por lo que decía hace un momento, de que si no se educa a una sociedad, esta no va a entender que lo que le están vendiendo es un paquete, porque tú le preguntas y qué es un fascista y ellos tildan a todo el que es de derecha como fascista, cuando los primeros fascistas son la gente de izquierda”, alerta.
Va mas allá, y sostiene que esta situación se está dando también en estados Unidos, donde unos medios de comunicación conspiraron con el Partido Demócrata para sacar a Donald Trump de la presidencia. “No lo dice Willie Lora, lo dice la revista Time, que hizo un escrito donde ellos confiesan claramente que colusionaron con el partido Demócrata, con los canales de televisión, con los periódicos para sacar a Donald Trump del poder porque había que salvar la democracia”.
Y se pregunta: ¿Es esto democracia? E inmediatamente se responde: “No, es totalitarismo, es exactamente de lo que ellos acusan a los partidos de derecha que están haciendo, es exactamente lo mismo”.
Agenda y financiamiento
Ampliándose a otros temas, Willie Lora advierte que la imposición de narrativas que responden al interés de la izquierda, tales como la ideología de género, el racismo, la inclusión y el medioambiente, entre otros, los cuales no obtuvieron respaldo en la pasada administración estadounidense, pero que ahora han vuelto a la palestra, requiere financiamiento.
Se trata de una agenda global producto de una estrategia igualmente global, muy ambiciosa que necesita de recursos que, muchas veces provienen de los gobiernos de la corriente.
En Estados Unidos, Hollywood se ha convertido en plataforma para la difusión de estas narrativas, aun cuando ellos mismos no practiquen los temas que promueven. “Están en una burbuja desde la cual ellos proyectan un mundo que no existe, que no es real y que quieren imponérselo a los demás cuando ellos mismos no lo practican”.
Sin embargo, como hecho positivo Lora refiere que esta situación pareciera estar empezando a cambiar, toda vez la gente se comenzó a dar cuenta de que se trata de narrativas falsas. Tal afirmación la hace en razón del bajo rating que experimentó la última entrega de premios Oscar. “Lo vio menos de la mitad de la gente que lo vio el año pasado, porque han podido entender y darse cuenta de que Hollywood es algo que está completamente fuera de la realidad del país”.