sábado, 22 de enero de 2011

Venezuela: Una dictadura que pretende vestirse de democracia



Por Maibort Petit
Los males que aquejan la esfera política venezolana son extremadamente complejos. El resultado de 12 años de destrucción del aparataje institucional y de la creación de uno nuevo calqueado, en su esencia, del cubano ha conllevado a una metamorfosis que toca lo social, lo político, lo económico y lo ideológico.  Venezuela es hoy un país donde convergen dos sistemas que antagonizan y se enfrentan a diario. Las pocas reminiscencias que quedan de la democracia representativa se niegan a morir para dejar imponer por completo el proyecto de Hugo Chávez.
Los años de democracia dejaron un legado en la mente del colectivo y en los hábitos de la población que no han sido fácil de eliminar. Una parte de la sociedad sigue confundida en torno a la naturaleza y los beneficios que trajo consigo la democracia como forma de gobierno. Esas dudas son  aprovechadas por Chávez para debilitar la democracia representativa y colocarla como la causante de todos los males que tiene el país,  para así ganar terreno para seguir imponiendo su proyecto autocrático, que en su primera década fue disfrazado de “democrático” para avanzar con menos criticas y condenas internacionales.
Gracias al uso de elecciones como metido de legitimación Chávez logró que los gobiernos del mundo no lo calificaran como dictatorial y antidemocrático en la primera etapa de la revolución. A los que lo acusamos desde el primer momento de dictador se nos miró con recelos y se nos obvió en los fotos internacionales. No obstante, hoy en día el mundo tiene bien claro  que en la Venezuela no existe un modelo democrático.
La presencia de Chávez en el poder desde hace 12 años nos refleja la ausencia de las más elementales reglas democráticas. La no existencia de poderes independientes, con autonomía es una prueba. Chávez controla  todas las instituciones y se burla de la minoría opositora que dejó entrar en la Asamblea Nacional para legitimarse..

En Venezuela no existe un equilibrio democrático, ni existe respeto a las minorías, ni alternabilidad en el poder, ni libre albedrío para ver o escuchar lo que a la ciudadanía le plazca. Tampoco existe un respeto a los derechos políticos, civiles y humanos de la población que está en contra del régimen,  no hay respeto a la constitución y las leyes se hacen de manera mañosa, sin discusión de ninguna naturaleza y sin consenso social.
Venezuela ciertamente logró construir un incipiente modelo democrático consensuado entre los años de 1958 y hasta 1999, cuando se empezó a trabajar para desmontarlo y sustituirlo por uno impuesto por un caudillo que no respeta las decisiones de la mayoría.  Desde Miraflores se ha hecho un esfuerzo sostenido, en la última década, por borrar los valores democráticos que se inculcaron en cuatro décadas para darle paso a un  gobierno autoritario de izquierda, basado en el fracasado modelo cubano y en otros regimenes políticos que lograron oprimir a los pueblos a lo largo de los siglos XIX y XX.
El modelo que aspira coronar Hugo Chávez es una mezcolanza de ideas, de conceptos rancios mal aprendidos, que convierten el Socialismo del siglo XXI en uno de los disparates ideológicos y políticos más peligrosos de la historia de nuestro pueblo. Chávez es un gobernante sin escrúpulos, capaz de hacerse cualquier cosa para mantenerse en el poder. Sus intenciones son fáciles de percibir en su actitud.  Su discurso lleno de denuestos, de mentiras y de insultos nos lleva a asegurarnos que Chávez es la antitesis de un estadista, de un demócrata respetuoso del Estado de Derecho y de las leyes de la Republica.


El actual gobierno venezolano es opresor y acosa a sus oponentes, llevándolos a la cárcel, al cementerio o al exilio. A los medios que han manifestado criticas a su forma de gobernar, los ha cerrado y les ha expropiado sus equipos; a los periodistas, los ha silenciado, los ha amenazado con prisión y los estrangula a través de las abusivas multas impuestas por el SENIAT, con lo cual ha logrado imponer la autocensura y el miedo como norma y regla laboral.
En la Venezuela de Chávez se convirtió en normal  ver a los militares aupar la revolución y al comunismo, recibir órdenes de los jefes cubanos, y utilizar los recursos públicos para pagar sus costosas vidas. La corrupción es la palabra clave de las fuerzas armadas bolivarianas, y la traición a los valores democráticos el requisito para formar parte del estamento militar. Con Chávez los pocos militares que levantaron su voz de protesta y se negaron aceptar el sistema impuesto, fueron privados de su libertad y acusado de varios delitos.  Hoy en día en Venezuela se violan los derechos humanos, se ideologizó la educación, se corrompió por completo todas las instituciones y se violó el derecho a la propiedad privada y a la libre empresa.

En Venezuela, luego de 12 años, podemos observar como  el país esta dejando de ser democrático y se está transformando en uno despótico, arbitrario y dictatorial. Chávez ha conseguido apoderarse del espacio público  y está asfixiando el sistema de libertades que construyó  aquel pueblo guerrero que le puso fin a otro régimen militarista dictatorial, encabezado por Marcos Pérez Jiménez, aquel glorioso 23 de enero de 1958. Hoy 53 años después de aquel hecho glorioso, estamos frente a un paralelismo histórico que nos obliga a arreciar la lucha contra una dictadura disfrazada de democracia y contra un hombre que nos secuestro el país y nuestra historia. Por eso le damos hoy el certificado de Dictadura al Régimen de Hugo Chávez Frías.











miércoles, 19 de enero de 2011

Profesor José Azel: No es posible desarrollo económico sin libertad y sin democracia

Por Maibort Petit



Para este catedrático, la experiencia de Cuba, no le permite a su sociedad conocer el rumbo que debe seguir una vez se produzca la transición “legítima”, por lo que es menester enseñar y hacer comprender al  pueblo cubano lo qué es el régimen de libertades. 


Expresa que, lamentablemente, Cuba es un pueblo cuya población no es capaz de entender a cabalidad —porque no tiene experiencia alguna—, cómo se conduce un ciudadano en una democracia. Obviamente una circunstancia nacida de desconocer por completo el sistema de libertades.
Refiere que el pueblo cubano está acostumbrado a “resolver” de cualquier forma para sobrevivir, y a lo largo de cinco décadas se ha generado una especie de ética de sobrevivencia. Y es que la población de la isla ha vivido, y vive, en un constante estado de improvisación. Como dice el dicho: “Como vaya viniendo, vamos viendo”.
Estas observaciones las expresó José Azel, quien es experto en Economía de comportamiento y arquitectura de medición, que trabaja en el diseño de políticas que inclinen a las personas y a los gobiernos a tomar mejores decisiones Este catedrático, desarrolló un conjunto de técnicas que permitan inducir o estimular el cambio de conducta en el individuo. Con él conversó Miami Diario.
Construcción de la sociedad civil
En tal sentido, José Azel sostiene que cuando llegue el momento de una transición legítima, de un cambio de sistema —algo que no se sabe cuándo va a ocurrir—, se estará entonces frente a una sociedad civil totalmente destruida.
Por tanto, advierte que una de las primeras tareas al momento de producirse la cita transición, será la reconstrucción de esa sociedad civil.
Pero subraya, que cuando habla de transición lo hace al cambio radical, total, y no a esta sucesión en el poder que se ha producido con los Castro.
Al hablar de transición legítima explica que se trata de una transformación de la sociedad y del modelo político tal como ocurrió con la Unión Soviética, con Polonia, con Alemania, entre otros.
¿Cómo es posible este proceso de reconstrucción?, pues indica que al no existir una sociedad civil, se tienen que definir y estructurar, entonces, una serie de políticas que permitan la creación de la esta. Todo un proceso que debe realizarse a partir de la realidad que al momento de producirse la transición deje el sistema castrista, en el cual, como es bien sabido, no existen ningún tipo de libertades públicas ni individuales.
Ser libre para ser feliz
El profesor Azel se declara un ferviente creyente de las libertades individuales, las cuales son un elemento imprescindible para el desarrollo económico sostenible.
Y es que, estima, que sin estas libertades es imposible que el ser humano produzca y disfrute el estado de felicidad.
Queda claro para este catedrático que no es posible ser feliz si el individuo es sometido a la voluntad de otro, al ser obligado a ver la televisión que otro desea, a leer los  libros que otros deciden o a escuchar la  música que los demás seleccionan por él.
Entender el sistema democrático
Azel advierte que en muchos países de América latina, aún no se ha entendido aun lo que es y significa la democracia como sistema de vida, un sistema que incluye elementos políticos, sociales, e individuales.
Y es que, como explica, en  mayoría de nuestros países buena parte de la sociedad  concibe la democracia como un mecanismo para escoger a los dirigentes, “pero la democracia es muchísimo más que eso y equivale a un sistema que nos permite corregir errores, cambiar a los dirigentes que no hacen su trabajo, y dejar ser a los individuos en su propia esencia”.
Nuestro entrevistado refiere que entender y vivir en democracia brinda al individuo y a la sociedad en general la posibilidad de generar bienestar y desarrollarse.
Esto debido en las estructuras democráticas, en donde existe independencia de las instituciones y está planteada la separación e independencia de los poderes públicos, es posible que se geste el desarrollo económico, el cual requiere de lo anterior como sustento.
Cita el caso de Cuba y de Venezuela, donde no existe esa independencia de los poderes públicos, especialmente el Judicial y, en consecuencia, no hay respeto la propiedad. “Sin lo cual (justicia y libertad) se hace imposible hablar de democracia”.
Este experto nos recuerda el concepto de libertad en todas sus versiones y visiones, negativas y positivas. Tal es el caso de la libertad de opresión como la vertiente negativa, y las libertades para perseguir los sueños, en el caso positivo.
34 experiencias que señalan el camino
A referirse específicamente al caso cubano, José Azel subraya el grado de dificultad que supondrá la transformación total de esa sociedad, con las implicaciones sociales, políticas y económicas que ello supone.
Esto, dice, en virtud de que la transición operaría de un sistema totalitario a una democracia en una sociedad que nunca ha disfrutado, y por tanto no conoce, el régimen de libertades, pero sobre que durante más de medio siglo ha vivido ajena a lo que es la economía de mercado.
De cualquier manera, Azel advierte que no se debe generar por esto frustración pues existen experiencias exitosas —34 en todo el mundo—, que permiten vislumbrar cómo puede gestarse esta transición.
Señala así, que casos como el de estonia, Hungría y Polonia, entre otros, indican que deben implementarse reformas políticas y económicas de manera simultánea a objeto de garantizar así el éxito de la gestión de cambio y por ende del desarrollo.
Las condiciones
José Azel nombra algunas condiciones que es preciso que existan para la génesis de la transformación, enumerando en primer lugar al Estado dedicado a funciones específicas de gobierno.
Un Estado pequeño, libre de cargas y de funciones que por naturaleza le son ajenas, tal es el caso de las económicas.
Un Estado dedicado a la seguridad y a la educación, que deje lo económico en manos privadas.
Igualmente, Azel estima como fundamental que la sociedad posea una prensa libre y sin miedo, capaz de hacer señalamientos y observaciones sin el temor de censurada o, en el peor de los casos, clausurada.
Del mismo modo, el catedrático  precisa para finalizar, que es imprescindible la transparencia en la gestión gubernamental, en el que exista claridad para el ciudadano, acerca de cómo se administran los recursos que aporta mediante la vía impositiva.

Huele a Capitalismo en la destruida Cuba socialista


Por Maibort Petit

El anquilosado sistema cubano requiere de cambios. Las propias autoridades han admitido que, o se transforman o sucumben. Tal vez el más significativo de estos cambios es el referido a la conformación del sector privado que, aunque limitado, ya deja ver la exigencia de instaurarlo ante so pena de hacer desaparecer el régimen.

Aunque en pequeña escala, en Cuba, las autoridades y aquellas instituciones encargadas de preservar el régimen comunista, tal es el caso del diario oficial “Granma” habla, inclusive, de una “revolución dentro de la Revolución”. 
Y es que la isla caribeña se han comenzado a gestar una serie de reformas en virtud de que el propio régimen castrista ha entendido que el actual estado cosas es insostenible en esa nación.
Pero así sean pocos estas transformaciones, ya ha surgido un grupo de empresarios autónomos que comenzaron a está cambiar el panorama de un país donde el 95 por ciento de la economía está en manos del Estado.
Para 2011, según se apunta, vienen cambios más profundos.
En la isla, pues, opera lo que algunos denominan la “actualización” del socialismo, régimen vigente en Cuba desde hace más de cinco décadas.
Parte de la nueva realidad se deja ver con la decisión del gobierno de eliminar 500 mil empleos en un semestre. No podía ser de otra manera. Se trataba de un anuncio que tarde o temprano debía producirse, pues el sector estatal no soporta ya la infinita carga que recae sobre él.
Una serie de instrumentos legislativos hubieron de ser aprobados para crear la plataforma que permitiera a las personas cesantes abrir pequeños negocios en más de 178 profesiones diferentes.
De esto ya dan testimonios las calles de La Habana, en cuyas esquinas, paradas de autobús y portales, es posible ver a comerciantes particulares que ofrecen artículos diversos, jugos o comida para llevar. También se dejan ver los peluqueros a domicilio, o aquellos que se dedican a todo tipo de reparaciones.
Y aunque sin licencia, no falta quien venda CD o DVD copiados de cantantes como Shakira o Rihanna, hasta los capítulos de “Dora la exploradora” u otros programas de MTV. ¿Los precios? De entre uno y tres dólares al cambio.
Eso sí, todos los títulos son “piratas”, un claro ejemplo que se sigue de la televisión cubana, donde se emiten, sin licencia, películas y series estadounidenses.
Las opiniones respecto a los cambios no tardan en escucharse por aquí o por allá, toda vez que la gente entiende que se trata de un sistema donde todos ganan. Y es que los nuevos trabajadores “cuentapropistas”, como se les llama en la ley, cancelan el impuesto sobre la renta, impuesto a las ventas y contribuyen con la Seguridad Social.
            Toda esta plantilla de nuevos “empresarios” proviene, casi en un 60 por ciento, de los puestos de empleo que fueron eliminados por el gobierno.
            En diciembre, según informó el Ministerio de Trabajo y Seguridad Social, se habían concedido 80 mil licencias para la abrir pequeños negocios. A esa fecha, otras 20 mil esperaban por aprobación y visto bueno.
La administración de Raúl Castro estima que en unos cinco años el sector privado cubano estará conformado por alrededor de 2 millones de personas. Una cantidad considerable si se toma en cuenta que la fuerza laboral de Cuba es de cinco millones de trabajadores.
            Pero el gobierno también hace advertencias.
            No debe haber confusiones, pues el clan Castro es tajante al asegurar que estos cambios implementados solamente apuntan a hacer “irreversible” el socialismo y, de ninguna manera, se prevé un regreso “al pasado capitalista y neocolonial”.
Para Raúl Castro, la supervivencia de la revolución está supeditada a la corrección de los errores cometidos durante décadas. “O rectificamos, o ya se acabó el tiempo de seguir bordeando el precipicio. Nos hundimos y hundiremos el esfuerzo de generaciones enteras”, dijo el mandatario en la Asamblea.
De igual manera, Raúl Castro se dirigió a los militantes comunistas, a aquellos más recalcitrantes, pues. A ellos solicitó cambiar de mentalidad para, de esta manera, “no generar estigmas ni prejuicios” respecto a las políticas de cambio.
Además, algo insólito está ocurriendo, pues instituciones en las que anteriormente hubiese sido impensable escuchar ciertos planteamientos e ideas, se dejan oír los nuevos postulados de la transformación. Es el caso de los medios de comunicación oficiales, los cuales ahora contemplan espacios para explicar las nuevas formas de trabajo. Y hasta reprimendas se han dejado sentir en ellos, dirigidas a aquellos funcionarios que interfieren y obstaculizan la labor de los pequeños empresarios.
Por ejemplo, Granma invitó hace poco a “desatar los nudos de la burocracia que entorpecen la entrega expedita de licencias”.
            Trece años lleva sin celebrarse el congreso del Partido Comunista de Cuba, y ya se anuncia el encuentro que se celebrará entre los días 16 y 19 de abril.
 Tal evento coincidirá con el 50 aniversario de la victoria contra los invasores de Playa Girón y de la proclamación del carácter socialista de la revolución de Fidel Castro, ahora en manos de su hermano.
Y, precisamente Raúl Castro ha dicho que dicho congreso será la última vez en que la vieja generación de dirigentes trace el rumbo de la nación.
La agenda del Congreso del Partido Comunista de Cuba prevé la discusión de temas como la unificación de las dos monedas que circulan en el país —a saber, el peso nacional y el peso convertible—. Igualmente, se tratará la flexibilización de la compra-venta de viviendas, algo prohibido en la Cuba de los últimos cincuenta años.
Se debatirá, también, sobre la eliminación de la libreta de abastecimiento racionado. Un instrumento de racionamiento del consumo vigente desde 1962, pero que ha venido siendo reducida desde hace un tiempo. En pocas palabras, en Cuba se está llegando al fin de la era de los subsidios y las “gratuidades”.
También, el Congreso del Partido Comunista de Cuba discutirá temas de índole económico, aspectos que igualmente habrán de ser debatidos en la conferencia nacional de esa organización política en fecha de este año aún no definida.
Estatutariamente, ese órgano partidista tiene entre sus funciones la elección de los máximos cargos de dirección partidista, los cuales son detentados por Fidel y Raúl Castro, primer y segundo secretario.
Sin embargo, y pese a que ya cuentan, Fidel con 85 años y Raúl con 80 años de edad, no se hacen anuncios respecto a relevos en este sentido. Raúl Castro, hasta el momento, apenas ha dicho que en la conferencia se analizarán “modificaciones a los métodos y estilos de trabajo de la organización partidista”.